Para evitar discusiones, lo mejor es que cada miembro de la familia diga que prefiere hacer y que los quehaceres se asignen con consecuencia. A alguien pudiera desagradarle lavar los trastes, por ejemplo, pero quizá no le importe secarlos y guardarlos.
Si esto no da resultado, haga una ruleta con los nombres de los miembros de la familia, para asignar quehaceres e irlos variando periódicamente. No incurra en la fiscalización. En cuanto los niños aprendan a realizar un quehacer, deje que se hagan responsables de los resultados. No los vigile constantemente.
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